Seguramente, hay pocas cosas tan placenteras y relajantes como una buena ducha de agua calentita. Por eso, no es extraño que a muchos se nos vaya el santo al cielo mientras el agua sale sin parar. Y, claro, la factura energética se dispara. Una idea sencilla y barata para recuperar la noción del tiempo, es colocar en nuestra ducha un pequeño reloj de arena. Los hay para calcular cuatro o cinco minutos, que resultan tiempos de ducha muy razonables. Son modelos resistentes al agua y muchos llevan una pequeña ventosa para fijarlos a un azulejo con facilidad. Su precio, entre dos y cuatro euros, se amortiza con los ahorros de agua caliente en cuestión de semanas.
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