No parece que enviar un correo electrónico tenga demasiada trascendencia ambiental, pero esto cambia cuando se repite decenas de veces en un día y se multiplica por todos los empleados de una empresa. Ahora bien, el impacto dependerá también de otros muchos factores: como la cantidad de gente al que vaya en copia el mensaje, la regularidad con la que se limpie la bandeja de entrada o la antigüedad del ordenador que se use. Así queda patente en un curioso estudio realizado por la consultora Bio Intelligence para la Agencia del Medio Ambiente y Control de la Energía (Ademe) de Francia, en el que se analiza también la incidencia ambiental de diferentes formas de navegar en Internet o del uso de un pendrive.
Por: Clemente Álvarez
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