"Antes de cambiar el mundo, da tres vueltas por tu casa". (Proverbio chino)


Hogares verdes es una iniciativa dirigida a personas preocupadas por el impacto ambiental y social de sus decisiones y hábitos cotidianos que promueve el autocontrol en el consumo doméstico de agua y energía, propone medidas y comportamientos ahorradores y fomenta una compra más ética y más ecológica



lunes, 28 de enero de 2013

Lámparas de bajo consumo: ¿Qué hacer cuando ya no funcionan?

Las lámparas de bajo consumo (también conocidas como lámparas fluorescentes compactas) consumen menos energía que las halógenas y duran más. Sin embargo, tarde o temprano, alcanzan el final de su vida útil y dejan de funcionar. ¿Qué tenemos que hacer con ellas entonces? ¿Dónde debemos depositarlas?

Estas lámparas están compuesta por vidrio, plásticos, metales como el aluminio y metales tóxicos como es el caso del mercurio, por lo que cuando ya no son utilizables se consideraran un residuo peligroso. El mercurio se encuentra en una pequeña cantidad, no pudiendo superar por ley los 5 mg. Estudios realizados por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) han comprobado que, durante el periodo de vida útil de las lámparas, no existe ningún riesgo de fugas de este metal.

Sin embargo, cuando dejan de funcionar y las sustituimos, tendremos que tener en cuenta que las lámparas retiradas son un residuo peligroso que no se puede depositar en los contenedores habituales de basura (residuos sólidos urbanos, envases, vidrio...). El motivo es que las lámparas se pueden romper liberando el mercurio, bien en forma líquida o bien en forma de gas; por ello tendremos que manejarlas con cuidado, evitando su rotura.

Los puntos limpios de los municipios cuentan con contenedores especiales para depositarlas. En caso de que no tengamos punto limpio en nuestro municipio o se encuentre muy alejado, las lámparas de bajo consumo también pueden ser depositadas en los puntos de venta de las mismas. La asociación AMBILAMB (Asociación sin ánimo de lucro para el reciclaje de lámparas) dispone de contenedores para su recogida en toda España, tanto en los establecimientos citados, como en muchos ayuntamientos. En su página web podemos buscar los lugares de recogida más cercanos a nuestro domicilio o lugar de trabajo.

¿Qué hacer si se rompe una lámpara de bajo consumo en casa?

No hay que alarmase, pero sí tomar una serie de precauciones. Aunque tras la rotura el riesgo para la salud no es grande, puede aumentar si el mercurio no se retira correctamente. A las temperaturas habituales de un hogar, este metal se evapora lentamente. Sus vapores son más pesados que el aire y por ello tienden a quedarse cerca del lugar del derrame. En primer lugar, abriremos las ventanas y saldremos de la habitación donde se haya roto la lámpara, cerrando la puerta, permaneciendo fuera durante 10 minutos. Si la estancia tuviera un sistema de aire acondicionado o calefacción central en funcionamiento, deberemos apagarlo para evitar que estos sistemas contribuyan a la difusión del metal.

Después recogeremos con un cartón o toallita húmeda los restos de la bombilla. No debemos utilizar ni cepillo, ni escoba, ya que podrían retener el mercurio, y tampoco es adecuado utilizar la aspiradora porque podría difundir el mercurio por el resto de la vivienda. Los restos de la lámpara, el cartón o toallitas deben meterse en una bolsa que cerraremos lo mejor posible y llevaremos a uno de los puntos de recogida anteriormente citados.

Julio Rodríguez Vivanco
Área de Educación y Cooperación, CENEAM

lunes, 21 de enero de 2013

¿Cuánto se puede reducir el consumo doméstico de agua con el buen uso de tecnologías ahorradoras?

Hace ya un año terminamos unas pequeñas reformas en casa, que incluían algunas mejoras en el aislamiento y eficiencia energética y la implantación de tecnologías de ahorro de agua. Nuestro piso tiene más de 50 años de antigüedad y se encuentra en la cuarta planta de una manzana de 4 alturas en un popular barrio de Zaragoza: por tanto, ciudad compacta, completa, compleja, multifuncional y de servicios cercanos en la que no hay jardín ni huerto y todos los consumos son exclusivamente de interior.

Así se hizo, así lo medimos

Pasado un año de las reformas, llegó el momento de valorar el posible ahorro de agua conseguido gracias a la instalación de tecnologías ahorradoras y compartirlo con vosotros. El análisis se ha realizado, claro está, a partir de los recibos de agua, donde se indica el consumo en metros cúbicos en una fecha exacta, aproximadamente la misma con muy pocos días de diferencia cada año, lo que permite el cálculo del consumo de agua a lo largo del año natural con bastante exactitud, así como el consumo medio diario, dado que se pueden calcular los días exactos a que corresponde el consumo.

Los datos hablan: una reducción del 25% del consumo de agua respecto a la media de los 4 años anteriores

Como podéis ver en la primera gráfica, entre 2008 y 2011 (años previos a la instalación de las nuevas tecnologías ahorradoras), el consumo medio anual fue de 45,5 metros cúbicos al año, siendo muy similar a lo largo de esos 4 años. De hecho, el pequeño descenso en 2010 se debe, probablemente, a que durante dos meses una persona no vivió en casa por asuntos de salud y se redujo el consumo en esa proporción. Por tanto, datos de consumo muy homogéneos durante 4 años.

Tras la instalación de las tecnologías ahorradoras, que luego detallaremos, se pasó a un consumo en 2012 de 34 metros cúbicos, es decir un 25 % menos.
Expresado en litros por persona y día, partíamos de un consumo medio de 62,5 litros/persona y día (ya bastante bajo comparado con el consumo doméstico de Zaragoza, que está en torno a los 104 litros, o la media nacional de 144 litros, según el INE) y hemos conseguido reducirlo a 47 litros/persona y día.


Una reducción conseguida en nuestro caso por el cambio de tecnologías (ya teníamos hábitos ahorradores de agua y no los hemos cambiado)

Nuestra hipótesis es que en este caso concreto, el ahorro de agua ha venido dado casi exclusivamente por la incorporación de tecnologías ahorradoras y eficientes de agua. ¿Por qué? Porque nuestro grado de concienciación - sensibilización y nuestros hábitos, comportamientos y conductas respecto al uso y ahorro de agua no han variado mucho y son, por tanto, la variable controlada. Éramos y somos ahorradores de agua desde el principio, en un grado bastante intenso, con un consumo por persona y día casi la mitad del de nuestra ciudad. Practicamos de forma habitual, como tantas familias de Hogares Verdes, muchos comportamientos en relación al ahorro de agua.

Por ejemplo, toda el agua fría inicial de la ducha, en la operación de tanteo de temperatura, siempre la recogemos en un cubo para ser utilizada en el inodoro. Además, teníamos ya, es cierto, diversos mecanismos ahorradores baratos y “añadidos”: grifos monomando con aireadores/perlizadores, cabezal de ducha ahorradora, mecanismo de interrupción de descarga del inodoro por segunda pulsación, etc).

Por tanto, el ahorro se puede achacar en este caso casi en su totalidad al cambio de tecnologías y a los usos distintos del agua que algunas de ellas suponen.

Sin hacer nada del otro mundo, también en el ahorro de agua, la unión hace la fuerza

Los grifos del lavabo, el bidé y el fregadero de la cocina se sustituyeron por nuevos monomandos ahorradores ecológicos, con limitación de caudal, aireador-perlizador incorporado, apertura escalonada (es preciso vencer resistencia para obtener el máximo caudal) y apertura central en frío (en la posición central el grifo no mezcla, sino que da agua fría, lo que redunda en principio en ahorro energético, no de agua).

La grifería monomando de la ducha fue sustituida por una termostática muy eficiente con cabezal de ducha ahorrador, y el inodoro por uno con depósito de doble descarga de 3/6 litros.

Además incluimos un lavavajillas pequeño A++ (en ese tamaño no había en ese momento A+++) muy eficiente de 9 litros de consumo de agua por lavado, frente al anterior lavado a mano de la vajilla. La lavadora no se renovó, pero es una A++ energética, también bastante eficiente y con poco consumo por ciclo de lavado.

Los grifos se adquirieron de una marca de nuestra propia ciudad que ofrece interesantes modelos de grifos ahorradores, para fomentar el tejido empresarial local y los circuitos locales. En definitiva, se eligieron los elementos con tecnologías más ahorradoras posibles pero dentro de lo normal, sin ir, por ejemplo, a griferías de apertura automática por presencia ni nada parecido.

Si se analizan estos cambios, hay dos actores principales en el ahorro de agua conseguido: el uso de lavavajillas, muy eficiente en el uso del agua frente al anterior lavado a mano, y la cisterna del inodoro de doble descarga frente a la anterior de más volumen. Después, sería posiblemente la grifería termostática de la ducha, que evita las pérdidas de agua en las aperturas de tanteo para conseguir de nuevo la temperatura deseada, la siguiente ahorradora. Por último el resto de grifos hacen su papel esencial de actores de reparto, aunque quizá no representen tanto ahorro respecto a la anterior grifería ya equipada con aireadores.

Habrá que ver si la tendencia es consistente en los próximos años (hemos evaluado solo el 2012 completo, primer año tras la reforma), pero parece que cisterna, lavavajillas y grifería, eficientes y ahorradores, junto con su adecuado uso y los cambios en los mismos que implican, han permitido ahorrar un 25% de agua respecto al consumo anterior, en el que también se incorporaban algunas tecnologías ahorradoras pero de menor impacto y eficiencia que las actuales.

No se ahorra mucho dinero, pero… ¿y la satisfacción que da ahorrar agua?

El paso de 45,5 metros cúbicos de media a 34 en 2012 supone una reducción de 11,5 metros cúbicos. El precio del metro cúbico de agua en Zaragoza en la última factura correspondiente a 2012 era de 0,47€/m3. Esto supondría un ahorro de 5,41 € anuales en consumo en 2012 respecto a la media de los 4 años anteriores. En estos volúmenes, el precio de la factura viene dado más por los conceptos fijos que por el consumo de agua y no representa un ahorro de importancia. Incluso considerando periodos de retorno largos (15 años) sirve para recuperar solamente una muy pequeña parte de la inversión realizada.

La satisfacción de ahorrar cada litro de un recurso limitado y tan valioso e importante como el agua, no te la quita nadie. También reduces el volumen de aguas a depurar en la planta depuradora de tu ciudad.

Hábitos y tecnologías ahorradoras de agua, una pareja bien avenida

En el ahorro y uso eficiente del agua en nuestra casa podemos mejorar mucho nuestros hábitos y comportamientos y también convertir nuestras instalaciones en más eficientes.

Si ya tienes dispositivos, instalaciones y tecnologías eficientes ahorradoras de agua, piensa en cómo mejorar a través de nuevos hábitos ahorradores. En Hogares Verdes te darán muchas ideas.

Si tus comportamientos de ahorro y cuidado del agua ya son muy buenos, piensa en invertir en algunas tecnologías de ahorro de agua que los potencien.

Con la suma de ambos, tecnologías y hábitos ahorradores, es posible reducir en gran medida el consumo de agua en tu casa. Anímate a ello.

Jesús de la Osa Tomás
Técnico en Educación Ambiental
Colectivo de Educación Ambiental S.L. CEAM



jueves, 17 de enero de 2013

Doce familias madrileñas ahorran agua y energía asesoradas por el centro de Información y Educación Ambiental de la Casa de Campo

Centro de Información y Educación Ambiental de la
Casa de Campo, perteneciente al Ayuntamiento de Madrid
Entre octubre de 2011 y junio de 2012, doce familias madrileñas, bajo la tutela del Centro de Información y Educación Ambiental de La Casa de Campo, han desarrollado el módulo de agua y energía del programa Hogares Verdes. Los resultados de la experiencia se detallan en un informe que se acaba de publicar en la web del programa.

En el informe se han comparado los consumos de agua, gas y electricidad de las familias durante los meses en que participaron en el programa con los que tuvieron en los mismos meses del año anterior, detectándose los siguientes cambios globales:
  • Consumo de agua: -4,81%
  • Consumo de gas: - 7,48%
  • Ahorro de electricidad: -9,82%
  • Reducción de emisiones: -6,81%
Como puede observarse, en todos los casos se han logrado recortes de consumo significativos. Pero… ¿Cuáles han sido las fórmulas para lograrlos? De acuerdo con la encuesta cumplimentada por los participantes al finalizar la experiencia, los resultados pueden atribuirse a una combinación de cambios de hábitos e introducción de algunas mejoras tecnológicas. He aquí algunos datos: 
  • Han apagado aparatos en “modo de espera”: 9 hogares
  • Han instalado más bombillas de bajo consumo: 9 hogares
  • Han bajado el termostato de la calefacción: 7 hogares
  • Han instalado perlizadores en los grifos: 7 hogares
  • Han reducido el uso de la lavadora: 7 hogares
  • Han reducido la temperatura del agua en la caldera: 5 hogares
  • Han reducido el uso del lavavajillas: 4 hogares
  • Han comprado electrodomésticos eficientes: 3 hogares
Los ahorros totales de recursos logrados por el grupo se han estimado así:
  • Ahorro total de agua: 45.96 m3.
  • Ahorro total de Electricidad: 2401,08 KW
  • Ahorro total Gas: 449, 64 m3
Informe de resultados completo (pdf) 

martes, 15 de enero de 2013

Elegir los neumáticos pensando en el medio ambiente


La nueva etiqueta tiene tres zonas diferenciadas,
que nos informan sobre consumo de carburante,
adherencia en suelo mojado y nivel de ruido
Desde el pasado 1 de noviembre, los consumidores tenemos más fácil pensar en el medio ambiente (y en la seguridad) a la hora de elegir los neumáticos del coche. Porque, desde esa fecha, los neumáticos nuevos comercializados en la Unión Europea deben contar con una etiqueta similar a la de la imagen que informa sobre:
  • El consumo de carburante y las emisiones
  • El nivel adherencia en superficie mojada
  • El ruido producido al rodar
Consumo de carburante: los neumáticos, debido principalmente a su resistencia a la rodadura, son responsables de entre un 20 y un 30 % del consumo de carburante de los vehículos. Un automóvil consumirá más combustible cuanta más resistencia a la rodadura tengan sus neumáticos. La nueva etiqueta informativa clasifica los neumáticos en clases que van de la A a la G, facilitando la identificación de los más favorables desde el punto de vista del consumo.

Adherencia en superficie mojada: la información sobre el nivel de adherencia en superficie mojada de los neumáticos también se proporciona mediante una escala de letras, de la A a la G (A, máxima adherencia, G mínima). 

Nivel de ruido: En la etiqueta se informa sobre el ruido de rodadura exterior, medido en decibelios. El símbolo visual utilizado permite diferenciar tres niveles de ruido; del mayor al menor hay una reducción del ruido ambiental del 50% aproximadamente. 

Según el club automovilístico RACC, los neumáticos mejor clasificados pueden reducir el consumo de combustible hasta 0,5 litros / 100 Km y reducir las distancias de frenado en suelos mojados hasta un 30% respecto a los de peor calidad.

La nueva etiqueta facilitará que los compradores puedan elegir los modelos de neumáticos más seguros, silenciosos y eficientes en términos de consumo de carburante. Pero… ¡Atención! Es importante tener en cuenta que los beneficios de elegir un neumático más eficiente pueden perderse si no lo llevamos a la presión adecuada. Circular con una presión de inflado baja, entendiendo como tal un déficit de un 20 % respecto a la presión de inflado aconsejada, aumenta el consumo de carburante en un 5% y disminuye la duración del neumático un 25 %. Si tienes coche… ¿has revisado últimamente la presión de los neumáticos?

miércoles, 9 de enero de 2013

¿Cuánta basura hago en un año?

Tenemos una extraña avidez por las cifras. Aunque nos confesemos cualitativos y aunque apostemos por el trato humano, la calidez de una buena charla o la frescura de un encuentro… nuestra debilidad por ponerle cifras a las cosas medioambientales … no diría yo que sea patológica pero, cuanto menos, resulta un pelín curiosa.

Y es que nos los sabemos de carreta: un español emite 8 toneladas y pico de CO2 anuales y, cada día, consume de media 140 litros de agua potable y produce un kilo largo de basura…

Es verdad que tenemos una serie de numeritos formando nuestros particulares mandamientos. Pero también es verdad que no todos los datos son iguales y que unos valen más que otros. Sí: hay datos de primera y datos de segunda. Para algunos hemos creado atractivísimas herramientas de contabilidad, calculadoras de emisiones, auditorías de agua, hasta llegar a poder memorizar los gramos de CO2 que podemos ahorrar desenchufando la pantalla del ordenador o los mililitros de agua que salvamos poniendo un perlizador en la ducha. Pero los datos de los problemas ambientales de, digamos, ‘primera generación’ (con los que empezamos hace unas décadas a construir como sociedad ese discurso que llamamos ‘medioambiental’) no han tenido tanta suerte y para ellos no hemos creado esos curiosos artilugios de contabilidad doméstica. Nos estamos refiriendo a los residuos, a la caca… que quizá por haber sido el primero de los ámbitos de nuestra preocupación, tal vez por ser sucio, quizá por resultar más aburrida la colmatación de los vertederos que el estimulante cambio climático o, puede ser, porque ingenuamente hemos creído haber resuelto ya el problema de las basuras después de años de dar la matraca con las tres erres, los kilos de porquería, han quedado relegados a un triste segundo plano en nuestro ranking de preocupaciones verdes.

Sea por lo que fuere, el caso es que nuestras sucias basuras siguen siendo unas queridas desconocidas. Con ellas no hemos profundizado más allá de ese dato oficial del kilo –largo- de basura diaria producida, ni nos hemos preguntado qué supone jugar con esa cifra desde nuestras casas, ni si esa cantidad es real o no, o cuántos gramos se puede reducir con un consumo responsable de este u aquel producto. Y no será porque sea difícil su estudio doméstico, ni porque no tengamos a mano la más útil de las herramientas para hacer un seguimiento de nuestra relación con ellas; y es que ¿en qué cocina o en qué baño no hay una báscula? Para sacarlas del olvido, a las basuras, nos hemos dedicado en casa a pesarlas durante un año, para intentar averiguar cuánta basura doméstica producimos realmente.

Olvídate del kilo por día: el reto es otro

Así, en el último año, hemos pesado toda la basura que sale de casa y que no va a parar a ningún circuito de recogida separativa confiable; en nuestra ciudad (rara avis), no hay contenedor de envases, pero sí de materia orgánica y resto. En nuestro hogar no hemos contabilizado ni la fracción orgánica (porque la compostamos en nuestro patio), ni el papel ni el vidrio, que tienen sistemas confiables de recuperación y reciclado. El resto, incluyendo parte de la ceniza de la chimenea y que no compostamos para no aumentar demasiado el pH del huerto, la pesamos en la balanza de la cocina, antes de separarse definitivamente de nuestras vidas, y apuntamos el dato en un estadillo que tenemos en la puerta del frigo.

El compostero hace magia con tus basuras
El resultado final ha ascendido a 29 kilos de basura por persona y año (1). Es poco, sí: es muy poco. Es verdad que en casa entra mucha comida a granel, que visitamos poco el supermercado, que tenemos cuidado en nuestras compras y que el compostero hace magia con los restos de patatas y naranjas… pero aún así, tiramos cada uno casi 30 kilos de recursos a la basura todos los años. Desde que pesamos nuestra basura no nos hemos autoimpuesto el reto de reducir nuestra producción de desechos, así que esa cantidad podemos estimar que es la producción normal de basuras de una familia española sensible con las cuestiones ambientales.

Con esa cifra en la mano, varias preguntas se me vienen a la cabeza… La primera: si yo produzco esa cantidad y no creo que me pueda considerar excepcional ¿de dónde sale la burrada de 500 kilos de media anuales de basura por habitante? ¿Pero cuánto marrano hay por ahí suelto? ¿O es que se está contabilizando como basura doméstica lo que no lo es? La segunda: si es verdad que 500 kilos es lo que produce mi vecino y yo solo 30 ¿porqué tengo que pagar yo con mis impuestos ese absoluto despropósito? La tercera: si se puede vivir bien (muy bien, diría yo) tirando 30 kilos de caca ¿dónde vamos como sociedad con esas dieciséis veces más (que se dice pronto) de cosas que tiramos para siempre? La cuarta: tú que eres una persona cívica y responsable, que haces todo lo posible por reducir tu huella de carbono (y de todo lo demás) sobre la tierra ¿qué haces sin pesar tu basura? Pero recuerda, cuando te pongas con ello, no uses el mantra de ‘unkiloporpersonaydía’ como referencia, que eso no se lo cree ni magú: sustitúyelo por los 30 kilos al año… y recuerda compartir en este blog cómo haces para reducirlos ¡que todos queremos aprender a hacer las cosas mejor!

(1) El lector interesado seguro que recuerda la experiencia de Dave Chameides, que abrió hace unos años un popular blog (todavía hoy activo: http://365daysoftrash.blogspot.com.es/) cuyo subtítulo explica muy bien su intención: ‘El intento de un hombre de no tirar nada fuera de su casa durante un año’. Él logró lanzar apenas 25 kilos al cubo de ‘resto’ de basura a lo largo de un año. En USA seguro que esto es todo un mérito.


Santiago Campos Fernández de Piérola. GEA scoop.