Y es que nos los sabemos de carreta: un español emite 8 toneladas y pico de CO2 anuales y, cada día, consume de media 140 litros de agua potable y produce un kilo largo de basura…
Es verdad que tenemos una serie de numeritos formando nuestros particulares mandamientos. Pero también es verdad que no todos los datos son iguales y que unos valen más que otros. Sí: hay datos de primera y datos de segunda. Para algunos hemos creado atractivísimas herramientas de contabilidad, calculadoras de emisiones, auditorías de agua, hasta llegar a poder memorizar los gramos de CO2 que podemos ahorrar desenchufando la pantalla del ordenador o los mililitros de agua que salvamos poniendo un perlizador en la ducha. Pero los datos de los problemas ambientales de, digamos, ‘primera generación’ (con los que empezamos hace unas décadas a construir como sociedad ese discurso que llamamos ‘medioambiental’) no han tenido tanta suerte y para ellos no hemos creado esos curiosos artilugios de contabilidad doméstica. Nos estamos refiriendo a los residuos, a la caca… que quizá por haber sido el primero de los ámbitos de nuestra preocupación, tal vez por ser sucio, quizá por resultar más aburrida la colmatación de los vertederos que el estimulante cambio climático o, puede ser, porque ingenuamente hemos creído haber resuelto ya el problema de las basuras después de años de dar la matraca con las tres erres, los kilos de porquería, han quedado relegados a un triste segundo plano en nuestro ranking de preocupaciones verdes.
Sea por lo que fuere, el caso es que nuestras sucias basuras siguen siendo unas queridas desconocidas. Con ellas no hemos profundizado más allá de ese dato oficial del kilo –largo- de basura diaria producida, ni nos hemos preguntado qué supone jugar con esa cifra desde nuestras casas, ni si esa cantidad es real o no, o cuántos gramos se puede reducir con un consumo responsable de este u aquel producto. Y no será porque sea difícil su estudio doméstico, ni porque no tengamos a mano la más útil de las herramientas para hacer un seguimiento de nuestra relación con ellas; y es que ¿en qué cocina o en qué baño no hay una báscula? Para sacarlas del olvido, a las basuras, nos hemos dedicado en casa a pesarlas durante un año, para intentar averiguar cuánta basura doméstica producimos realmente.
Olvídate del kilo por día: el reto es otro
Así, en el último año, hemos pesado toda la basura que sale de casa y que no va a parar a ningún circuito de recogida separativa confiable; en nuestra ciudad (rara avis), no hay contenedor de envases, pero sí de materia orgánica y resto. En nuestro hogar no hemos contabilizado ni la fracción orgánica (porque la compostamos en nuestro patio), ni el papel ni el vidrio, que tienen sistemas confiables de recuperación y reciclado. El resto, incluyendo parte de la ceniza de la chimenea y que no compostamos para no aumentar demasiado el pH del huerto, la pesamos en la balanza de la cocina, antes de separarse definitivamente de nuestras vidas, y apuntamos el dato en un estadillo que tenemos en la puerta del frigo.
El compostero hace magia con tus basuras |
Con esa cifra en la mano, varias preguntas se me vienen a la cabeza… La primera: si yo produzco esa cantidad y no creo que me pueda considerar excepcional ¿de dónde sale la burrada de 500 kilos de media anuales de basura por habitante? ¿Pero cuánto marrano hay por ahí suelto? ¿O es que se está contabilizando como basura doméstica lo que no lo es? La segunda: si es verdad que 500 kilos es lo que produce mi vecino y yo solo 30 ¿porqué tengo que pagar yo con mis impuestos ese absoluto despropósito? La tercera: si se puede vivir bien (muy bien, diría yo) tirando 30 kilos de caca ¿dónde vamos como sociedad con esas dieciséis veces más (que se dice pronto) de cosas que tiramos para siempre? La cuarta: tú que eres una persona cívica y responsable, que haces todo lo posible por reducir tu huella de carbono (y de todo lo demás) sobre la tierra ¿qué haces sin pesar tu basura? Pero recuerda, cuando te pongas con ello, no uses el mantra de ‘unkiloporpersonaydía’ como referencia, que eso no se lo cree ni magú: sustitúyelo por los 30 kilos al año… y recuerda compartir en este blog cómo haces para reducirlos ¡que todos queremos aprender a hacer las cosas mejor!
(1) El lector interesado seguro que recuerda la experiencia de Dave Chameides, que abrió hace unos años un popular blog (todavía hoy activo: http://365daysoftrash.blogspot.com.es/) cuyo subtítulo explica muy bien su intención: ‘El intento de un hombre de no tirar nada fuera de su casa durante un año’. Él logró lanzar apenas 25 kilos al cubo de ‘resto’ de basura a lo largo de un año. En USA seguro que esto es todo un mérito.
Santiago Campos Fernández de Piérola. GEA scoop.
Estupendo acercamiento a la realidad cotidiana de nuestra gestión casera de los residuos. Seguimos pensando que las ciudades deberían haber optado por la separación en origen de la materia orgánica pues los envases y otros restos se separan perfectamente con las tecnologías que hay en la actualidad.Y, de momento, viva la compra a granel directa a productores de alimentos ecológicos. Salud y huevos fritos, amigos. Selí.
ResponderEliminarDe verdad pensais que como sociedad estamos preparados para separar en origen la fracción orgánica de las demás fracciones? la fracción orgánica es muy sensible a los impropios, con que un contenedor de M.O. tenga un mínimo de material no solicitado se carga la calidad del "compost" que se obtenga... saldría realmente rentable? por no decir que en planta separar carton, vidrio, envases, resto de plásticos, etc supondría un esfuerzo tanto técnico como económico mucho mayor al que hay en la actualidad.
EliminarPor otro lado, sí veo muy positivo el compost domiciliario o comunitario, tiene mayor calidad y aplicación que un compost en planta, el cual en la mayoría de los casos no tiene salida en el mercado. y pregunto yo, tiene sentido generar una infraestructura de tratamiento de fracción orgánica para obtener un material sin salida en el mercado y teniendo en cuenta la concienciación ciudadana, de dudosa calidad para ciertas aplicaciones?
Me encantan los resultados. Reales, didácticos y muy esperanzadores. Me animo fijarme más en la cantidad de basura en mi casa y a coger una libreta.
ResponderEliminarNoelia
Estupendo punto de vista, Santiago, nos hace pensar!!
ResponderEliminargracias!
La verdad es que esta reflexión me hace y nos debería hacer pensar a todas muchas cosas, y entre otras, como se diluye todo en las grandes cifras para que no nos sintamos corresponsables y al tiempo, como nos culpabilizan individualmente de lo que no lo somos responsables.
ResponderEliminarEstá guay Santiago. Mi próximo objetivo: 30 kg, (pero a ojo) , que vaya ejercicio de paciencia de báscula.