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jueves, 7 de marzo de 2013

Comportamientos para frenar el cambio climático (II): la dieta



En el post anterior, dábamos cuenta de un estudio, elaborado en 2012 por encargo de la Comisión Europea, que ha analizado 36 cambios de comportamientos relacionados con la movilidad, la vivienda y la alimentación, estimando el potencial de cada uno de estos cambios para reducir las emisiones de CO2. En este post presentaremos el análisis realizado en ese trabajo relativo a los cambios de dieta.
El estudio ha estimado el impacto que tendrían, en términos de reducción de emisiones, tres alternativas diferentes en material de alimentación:


Adoptar una dieta vegetariana: sin consumo de carne, pescado ni mariscos, que son reemplazados por cantidades equivalentes de granos, legumbres y vegetales. Se mantiene el consumo habitual de huevos y productos lácteos. El número total de calorías consumidas tampoco cambia.

Reducir el consumo de proteínas animales, incluyendo los huevos y productos lácteos: se trata de renunciar, un día a la semana, al consumo de cualquier tipo de proteína animal. Se calcula que, con esta opción, el consumo global de carne, pescado, mariscos, huevos y lácteos se reduciría un 14%. Al igual que en la propuesta anterior, el aporte calórico se mantiene sin cambios: las proteínas animales se reemplazan por cantidades equivalentes de vegetales, legumbres y granos.

Reducir la cantidad de comida consumida a niveles saludables: esta opción consiste en reducir la ingesta de calorías a 2.500 por día, de las cuales una buena parte provendría del consumo diario de 500 gramos de frutas y verduras, en la línea de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y la FAO. Como consecuencia, las grasas pasarían a representar, como máximo, el 30% de las calorías consumidas y los azúcares el 10%.
El gráfico adjunto muestra, para el conjunto de la Unión Europea, las emisiones derivadas de la dieta actual (columna de la izquierda) y de las tres dietas alternativas analizadas. Los diferentes tonos de color que componen las columnas nos informan sobre las emisiones atribuibles, en cada caso, a la carne (en verde), los huevos y productos lácteos (en rojo), los cereales y arroz (en morado) y las frutas y verduras (en naranja).  Las cifras situadas sobre cada columna indican el ahorro, en megatoneladas de CO2, respecto a la dieta actual.


Como puede observarse, la adopción de una dieta vegetariana (manteniendo el consumo global de calorías) permitiría recortar las emisiones de CO2 en unas 266 Mt (estimación para el año 2020). Estos datos indican que la adopción de una dieta vegetariana constituye el cambio de comportamiento, de los 36 que se analizan en el proyecto, que reduciría en mayor cuantía las emisiones. La denominada “dieta sana” logra también ahorros espectaculares (200 Mt de CO2). Por su parte, la reducción del consumo de proteínas animales, (asumiendo la fórmula “un día sin carne”, logra ahorros más modestos, si bien es cierto que el esfuerzo personal de adaptación requerido también es menor)

Quizá os resulte sorprendente que la manera más efectiva de recortar las emisiones desde nuestras opciones personales sea… cambiar nuestra dieta. Pero, en realidad, es un hecho conocido desde hace tiempo. A modo de ejemplo, en el año 2008, Rajendra Pachauri, premio Nobel de la Paz y presidente entonces del IPCC, abogaba públicamente por la disminución del consumo de carne como fórmula personal para luchar contra el cambio climático. Pachauri, consciente del peso de los hábitos y la tradición cultural en la dieta, proponía renunciar inicialmente a la carne durante un día a la semana para, a partir de ahí, plantearse nuevas reducciones.

El estudio que hoy reseñamos pone cifras a los efectos de ese cambio para el caso europeo y confirma que aquella propuesta, que algunos consideraron poco seria, tiene mucho fundamento. También reconoce la existencia de barreras culturales que dificultan la adopción de una dieta alternativa, aunque resalta que las dietas vegetariana y con menos proteínas animales, resultan más baratas que la dieta convencional, por lo que no se plantearían barreras económicas.

Por su parte, las barreras identificadas para la adopción de una dieta sana guardan relación con la falta de conocimientos sobre cuáles son los productos concretos más saludables, la inercia en nuestros hábitos alimenticios y la gran oferta en el mercado de productos poco saludables.
Acceso a los informes originales que componen el estudio "Behavioural Climate Change Mitigation Options"

1 comentario:

  1. The study puts figures today we review the effects of that change for the European case and confirms that this proposal, which some considered not serious, has much merit. Its very knowledgeable post. I really appreciate to the blog owner work.

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