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domingo, 6 de marzo de 2011

Gasto y consumo energético: ¿guerra de sexos?


A pesar de las políticas de igualdad de género que se desarrollan dentro de la UE, hay patrones que se siguen repitiendo en mayor o menor medida dentro de nuestras sociedades y, al parecer, el consumo de energía no escapa a esta tendencia. Un estudio realizado recientemente por Riitta Räty y Annika Carlsson-Kanyama, investigadoras del Swedish Defence Research Agency (FOI) en Estocolmo (Suecia), revela que siguen existiendo marcadas desigualdades entre sexos y que estas diferencias deben ser tenidas en cuenta en la aplicación de políticas destinadas a la reducción del consumo energético. Fuente:Twenergy
Cuatro países europeos han sido objeto del estudio, en el que se compara el consumo de energía entre hombres y mujeres solteros de Suecia, Noruega, Alemania y Grecia en transporte, utensilios para el hogar, ropa, comida, alcohol, tabaco, cultura y ocio en general. Teniendo en cuenta ingresos o edad, la investigación es certera al afirmar que los hombres en estos países siguen consumiendo más que las mujeres. Por otro lado, sorprende el dato de que los hombres y mujeres nacidos después de 1979 suelen gastar menos que los nacidos antes de ese año.
Según el estudio, ellas consumen más energía en la compra de artículos de higiene, textiles, muebles, salud, utensilios para el hogar o la comida. Pero en este último apartado, aunque el hombre europeo puede llegar a gastar más energía en carne debido al gasto en agua y CO2 que conlleva el ganado, las mujeres lo hacen más en frutas y verduras, llegando a mostrar una diferencia en gasto energético de 14% a 21% respectivamente. De manera que si nuestras solteras destinan más dinero y, en consecuencia, más consumo energético a productos para el hogar o ropa, nuestros solteros europeos suelen gastar más en ocio, tabaco y alcohol.
En cuanto al transporte, el estudio calcula la cantidad de energía gastada por cada sexo a través del consumo de todo combustible que produzca electricidad, tales como combustibles fósiles, energía nuclear o biocombustibles, además del dinero invertido o la reparación de los vehículos. El cruce de estas variables evidencia que ellos consumen entre un 70% y un 80% más energía que las mujeres en Alemania y Noruega, un 100% más en Suecia y un 350% más en Grecia. Al parecer, la tendencia de las mujeres solteras es a realizar trayectos más cortos en el coche, al uso del transporte público y a compartir el coche con más personas, mientras que el hombre soltero mantiene una predisposición a gastar la mayor cantidad de energía en vehículos, gasolina, reparaciones y repuestos.
Además, en este punto, hace una comparación entre solteros con hijos y sin hijos en Alemania y Suecia. Y aquí parece que la igualdad, muchas veces reclamada, es real, pues las mujeres y hombres logran una equiparación de gasto cuando tienen hijos a su cargo en Alemania y Suecia. Pero con una peculiaridad, y es que los hombres solteros con niños a su cargo gastan más energía que los que no los tienen, aunque hay que decir a su favor, que al dividir el consumo por personas dentro del coche, los hombres con niños a su cargo gastan mucho menos.
Los investigadores advierten que las políticas desarrolladas por la UE y encaminadas a la reducción del consumo energético deberían tener más en cuenta estos hábitos de consumo diferenciándolos por género y así lograr una mayor eficiencia en su aplicación. En el caso del consumo en el transporte, reclaman que se desarrollen políticas especificas hacia el género masculino, sobre todo, en los hombres jóvenes, pues si queremos que la igualdad de género y la eficiencia energética sean asimiladas de una mejor manera en la sociedad, debemos comenzar por concienciar a las próximas generaciones y que no repitan los mismos errores.

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