En 2070, el abuelo español contará a sus nietos que en sus tiempos había osos en Cantabria, linces en Doñana y grandes extensiones de alcornoques en Extremadura. Algunas de esas especies habrán desaparecido para siempre del país y otras, como el lince o el alcornoque, habrán encontrado refugio cada vez más al norte, a medida que suben las temperaturas en sus territorios originarios.
Las especies más emblemáticas no serán las únicas afectadas. De acuerdo con escenarios conservadores de aumento de las temperaturas en la Península Ibérica, el 51% de los vertebrados necesitará acciones de protección a mediados de siglo y casi todas estas especies requerirán medidas legales para no desaparecer del mapa de España. Ese es el escenario que pinta el Estudio sobre impactos, vulnerabilidad y adaptación del cambio climático en la biodiversidad española, un trabajo promovido por el Ministerio de Medio Ambiente y coordinado por investigadores de la Universidad de Extremadura y el CSIC.
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