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lunes, 13 de septiembre de 2010

Los buitres permiten un ahorro energético igual al gasto de 9.000 hogares

Las rapaces necrófagas evitan cada año la incineración de miles de toneladas de animales, lo que se traduce en un ahorro energético equivalente al gasto anual de 9.000 hogares y evita que 193.000 toneladas de CO2 acaben liberadas en la atmósfera.
En España, se generan cada año 380.000 toneladas de carroña, de las que unas 150.000 corresponden a rumiantes (cabras y ovejas). Su incineración implica "un alto coste energético, económico y ambiental derivado de la emisión de gases contaminantes y la imposibilidad del reciclaje natural de estos nutrientes por parte de la fauna salvaje", afirma el presidente de la Asociación para la Defensa de la Naturaleza CARALLUMA, Bernardo Robles.
De ahí la importancia, defiende el experto, de la contribución que pueden realizar los buitres al problema del tratamiento del gran volumen de carroñas generado por las explotaciones ganaderas.
Un buitre adulto en libertad consume alrededor de tres kilos de carne por semana, y se estima que toda la población española de estas aves consume unas 10.000 toneladas.
Según Robles, que trabaja con rapaces necrófagas desde 1988, la incineración de los residuos animales supone el gasto anual de 46 millones de fuel oil, lo que equivale a la energía producida por la central nuclear de Cofrentes durante 21 días a pleno rendimiento o la iluminación de 780.000 hogares.
Otra ventaja del uso de los buitres en esta tarea reside en la recuperación de la propia población de buitres, mermada tras la aprobación de distintas normativas europeas y nacionales como consecuencia de la crisis de las vacas locas. A raíz de estas reglamentaciones, el ganadero está obligado a comunicar la muerte de sus animales -ya que pasaron a considerarse material específico de riesgo- y quemarlos, prohibiéndose su abandono en el campo.
"Realmente esto ha supuesto un desastre. Los buitres dependen ahora de unas fuentes de alimentación mucho menos abundantes, como la caza o los comederos artificiales", subraya el experto.
En este contexto, Robles pide introducir cambios en el actual modelo de gestión para la alimentación de las aves carroñeras, entre ellos abaratar los seguros ganaderos e incluso su "supresión total".
Hoy, el ganadero abona una cuantía por cabeza de ganado para sufragar la recogida y tratamiento del cadáver; "nosotros abogamos por una nueva línea de seguros a la que pueda acogerse sobre todo la ganadería extensiva tradicional (y restringida a las áreas de campeo de los buitres), de modo que se beneficien de la actividad de las aves".
Por último, Robles califica de "surrealista" el que una oveja viva de 45 kilos tenga un precio mayorista de 23 euros, y su destrucción oscile entre los 30 y 40 euros. "En otras palabras es más cara una oveja muerta que viva", sentencia.

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