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martes, 20 de octubre de 2009

Alimentos viajeros (I)

Son naranjas de zumo y, al parecer, valencianas. Pero... ¿No es un poco raro encontrarlas en el súper en esta época?













Un vistazo más detenido a la etiqueta nos permite descubrir el misterio: justo encima de las palabras VALENCIA-LATE (que aparecen en mayúscula, negrita y tamaño bien visible), hay unas letras minúsculas que aclaran que dicha denominación se refiere a la “variedad”. Más abajo, en letra igualmente minúscula, podemos leer “Origen: Uruguay”.
Un pequeño repaso a las etiquetas (¡sin olvidarnos de la letra pequeña!) nos permitirá comprobar que son cada vez más las frutas y verduras que encontramos en las estanterías de los mercados que han hecho un largo viaje.
El impacto asociado al transporte de los alimentos es objeto de un interés creciente entre los consumidores “verdes”. En el Reino Unido se ha acuñado el término “food miles” para hacer referencia al número de millas (en nuestro caso, kilómetros) que un producto debe recorrer desde el lugar en que es producido hasta que alcanza el mercado y, finalmente, el plato del consumidor.
En los países desarrollados, la huella de carbono asociada al consumo de alimentos ha crecido vertiginosamente en el transcurso de unas pocas décadas. Por ejemplo, para el caso de Holanda, se ha estimado que constituye un 30% de las emisiones totales atribuibles al país. Los vegetales y fruta constituirían un 30% de esas emisiones, de forma que supondrían aproximadamente 1 tonelada de CO2-eq por persona y año.
Los estudios sobre la huella de carbono de los alimentos confirman que, cada vez con más frecuencia, la principal parte de esa huella no se debe al gasto energético asociado al cultivo de la tierra ni al procesado de los productos, sino a su transporte.
La huella asociada al transporte de los alimentos depende de la distancia que éstos recorren, pero también del modo de transporte elegido. Como puede apreciarse en la tabla adjunta, el transporte marítimo es el medio con menores emisiones por kilómetro y kilo de producto transportado, mientras que el avión es, con una gran diferencia, el medio que genera un mayor consumo y emisiones.

Emisiones medias (g CO2 por tonelada y kilómetro)
Transporte marítimo: 2-7
Transporte ferroviario: 18-35
Transporte por carretera: 62-110
Transporte aéreo: > 665

Fuente: EEA Report 2009/3

Un avión en mi etiqueta
A la vista de la tabla anterior, las emisiones producidas por el transporte aéreo de mercancías pueden ser más de 100 veces superiores (por kg y kilómetro), que las producidas si el transporte es marítimo. En estas circunstancias, no resulta extraño que los consumidores verdes hayan empezado a demandar no sólo información sobre el lugar de origen de los productos sino también sobre su modo de transporte.
Tal y como están las predicciones sobre el impacto planetario del calentamiento global, próximamente las etiquetas de algunos alimentos podrían emular a las cajetillas de tabaco con advertencias como ésta: “el transporte aéreo perjudica gravemente a la salud”...


En el Reino Unido, las cadenas Tesco y Marks and Spencer han creado etiquetas que identifican los productos alimenticios que han sido transportados por vía aérea.

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